Cada año aumenta la cantidad de vehículos eléctricos en circulación, y para 2030 se espera alcanzar un punto de madurez que permitirá reducir costos, haciendo esta tecnología más accesible. La transición hacia la electromovilidad es una realidad que avanza rápidamente en la industria de los automóviles y constituye un tema de amplio debate.
Con la creciente adopción de vehículos eléctricos (VE), es lógico que la industria del mantenimiento vehicular también deba adaptarse a la revisión de sistemas distintos a los de combustión interna (ICE). Es importante destacar cuáles son las principales diferencias técnicas entre vehículos tradicionales y eléctricos:
- Los motores de combustión convierten energía química en mecánica y requieren una caja de cambios para gestionar velocidades; los coches eléctricos, alimentados por baterías de alto voltaje, no necesitan transmisión tradicional debido al torque instantáneo que ofrece su motor.
- Los vehículos eléctricos funcionan con baterías de iones de litio de gran capacidad, con una eficiencia energética del 80-90%, frente a tanques de combustible y sistemas de combustión que ofrecen una eficiencia del 20 al 30%, ya que gran parte de la energía se pierde en forma de calor y fricción mecánica.
- Sistemas como frenos, refrigeración, recarga y emisiones tienen diferente implementación en los vehículos eléctricos, aunque mantienen cierta similitud conceptual con los tradicionales, lo que implica diferentes tipos de mantenimiento.
Menos mantenimiento preventivo
¿Los coches eléctricos requieren menos mantenimiento que los tradicionales? La respuesta es sí. Los motores eléctricos son más simples en su construcción y poseen menos componentes sujetos a desgaste, lo que se traduce en una reducción significativa de revisiones y sustituciones de piezas como correas de distribución, aceites, filtros de aire y bujías.
Sin embargo, al igual que cualquier vehículo, sus componentes sufren desgaste y deben seguirse las pautas de mantenimiento indicadas por el fabricante para evitar inconvenientes. Analicemos los aspectos clave del mantenimiento de vehículos eléctricos en comparación con los tradicionales (ICE).
Batería: el corazón del vehículo eléctrico
La principal responsabilidad del propietario de un VE es maximizar la vida útil de la batería, componente fundamental del sistema. Su rendimiento y durabilidad dependen de varios factores: calidad de carga, temperatura y uso del vehículo. Más que tareas de mantenimiento en taller, la durabilidad de la batería dependerá directamente del uso diario que le dé su propietario. Por ello, es esencial:
– Evitar cargas rápidas continuas que puedan degradar las celdas.
– Mantener la carga entre el 20% y el 80%.
– Revisar periódicamente el sistema de gestión de baterías.
Frenos regenerativos: menor desgaste
Debido a la potencia de los motores eléctricos, es necesario contar con sistemas de frenado adecuados. Los VE incorporan frenos regenerativos que reducen el uso de pastillas y discos al recuperar energía durante las desaceleraciones. Este sistema «regenera» electricidad al frenar, a diferencia de los sistemas tradicionales donde las pastillas y discos consumen energía al calentarse. Como resultado, estos componentes pueden durar mucho más que en un coche convencional, aunque siguen requiriendo revisiones periódicas.
Neumáticos y suspensión: mayor exigencia
Uno de los aspectos más relevantes en los vehículos eléctricos es su peso. Dado que las baterías son pesadas, el peso de un VE es considerablemente mayor que el de un coche convencional. Esto, sumado al par instantáneo, provoca un mayor desgaste de los neumáticos. Es recomendable que los vehículos eléctricos utilicen neumáticos específicos, como los Michelin Pilot Sport EV, diseñados para soportar mayor peso, operar con menos ruido y garantizar mejor rendimiento. Además, debido al peso, la suspensión debe ser más robusta que la convencional y requiere revisiones periódicas.
Sistemas de refrigeración y software
Al igual que ocurre con las baterías de los teléfonos u ordenadores portátiles tras un uso prolongado, las baterías de VE pueden calentarse. La mayoría de estos vehículos cuentan con sistemas de disipación eficientes que requieren mínima intervención. Sin embargo, algunos modelos incorporan circuitos de refrigeración líquida para mantener las baterías en un rango óptimo de temperatura, los cuales necesitan revisiones para evitar fugas y asegurar su correcto funcionamiento. En este contexto, los sistemas de software juegan un papel crucial en la optimización del rendimiento y el monitoreo en tiempo real de la temperatura.
Si bien los vehículos eléctricos requieren menos mantenimiento que los de combustión, necesitan cuidados específicos. Prestar atención a la batería, los frenos, los neumáticos y los sistemas electrónicos es fundamental para garantizar su durabilidad y eficiencia. En Rodi Motor Services contamos con expertos especializados en el mantenimiento de vehículos eléctricos, asegurando un servicio de calidad adaptado a la nueva era de la movilidad.